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Diario de un feo desgraciado

Vía e-mail he recibido este curioso diario -falso, por supuesto- bastante cruel pero escrito sobre todo con gran sentido del humor, que es como hay que tomarse estas cosas.

Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre:
"Hicimos lo que pudimos... pero salió".

Mi padre me cogió en brazos y acto seguido me tiró al techo y dijo: "Si se queda pegado, es la placenta".

Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo.

Mi padre llevaba en la cartera la foto del niño que ya venía en la cartera.

Pronto me di cuenta de que mis padres me odiaban: mis juguetes para la bañera eran una tostadora y una radio.

Cuando era chiquito me regalaron un caballito de madera... y se murió.

Una vez me perdí. Le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Él me contestó: "No lo sé, chaval... hay muchos sitios donde pueden esconderse".

Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron a mi padre un trozo de mi dedo. Mi padre dijo que quería más pruebas.

Una vez me encontré a las autoridades sanitarias. Me ofrecieron un cigarrillo.

El último deseo de mi padre moribundo fue que me sentara en su regazo. Estaba en la silla eléctrica.

Un día me llamó una chica a casa diciéndome: "ven a casa, no hay nadie". Cuando llegué a su casa efectivamente no había nadie.

A mi mujer le gusta hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó a casa desde un hotel.

Mi psiquiatra me dijo que me estaba volviendo loco. Yo le dije que quería una segunda opinión. "De acuerdo, también es usted feo".

El correo contenía alguna frase más que he eliminado porque me parecían bastante fuertes, aún teniendo en cuenta que en realidad se trata de pequeños chistes que por supuesto no hay que tomarse en serio.


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